Noemi Graciela Reisfeld, de 36 años, tuvo una vida caracterizada por la lucha y el sacrificio. A los 17 años, debido a la persecución de la última dictadura cívico-militar, se vio obligada a abandonar Argentina. Al regresar en 1983, inició estudios para convertirse en Trabajadora Social, mientras criaba a sus dos hijas, Ana Clara y Lucía, a pesar de estar separada de su esposo. Su resiliencia y enorme capacidad la llevaron a graduarse con honores. Trabajaba como maestra de preescolar en el Departamento de Comercio, complementando su trabajo con la venta de productos por cuenta propia para llegar a fin de mes. Noemi disfrutaba del canto y el teatro, compartiendo estas pasiones con sus hijas. Cuando sus hijas comenzaron la educación primaria, obtuvo un puesto en el Departamento de Servicios Sociales de la AMIA, donde finalmente estaba recibiendo las oportunidades que merecía. En la mañana del 18 de julio de 1994, Noemí estaba cubriendo el puesto de una compañera en la oficina cuando el edificio de la AMIA fue atacado por una bomba colocada en un automóvil, cobrándose su vida y la de otras 84 personas, e hiriendo a más de 300.